La revolución de la inteligencia artificial en la medicina: desafiando fronteras y transformando la atención médica.

Resumen

En mayo de 2020 la empresa OpenAI lanzó su primer modelo de inteligencia artificial (IA) llamado Chat GPT-3, cuyas siglas corresponden a Generative Pre-Trained Chat. El 30 de noviembre del 2022 estuvo disponible para que el público pudiera interactuar con esta herramienta, progresivamente se le fueron incorporando pluggins que permitieron su acceso a internet y la integración con los navegadores, WhatsApp y otras aplicaciones con el propósito de hacerla más accesible. A partir de este momento las principales empresas de software del mundo se apresuraron a incluir la IA en sus productos, es así como ya se encuentra integrada dentro de productos Microsoft Office 365, el navegador de Google, Bing entre otros.

Uno de los mayores logros de la IA en medicina ha sido su capacidad para mejorar el proceso de diagnóstico. En un estudio publicado en la revista Nature Medicine por Li et al. se demostró que un modelo de aprendizaje profundo superó a los patólogos humanos en la identificación de cánceres de pulmón en imágenes de tomografía computarizada. La velocidad y precisión con la que la IA analiza grandes conjuntos de datos de imágenes médicas, sugieren un futuro donde el diagnóstico temprano y preciso será la norma, mejorando así las tasas de supervivencia y reduciendo la carga emocional de los pacientes.

Hasta el momento de la publicación de este artículo no existen evidencias de aplicaciones de la IA en la práctica cotidiana de la CEC. Y este hecho se debe probablemente a la complejidad de la toma de decisiones durante la conducción de la perfusión y aún mas importante a la falta de datos con los cuales entrenar una IA. Para que una IA aprenda a tomar decisiones coherentes en entornos constantemente cambiantes, necesita ser entrenada con una cantidad masiva de datos.

Una interrogante que se desprende ante esta posibilidad: ¿Sería posible en el futuro que personas con un entrenamiento inferior a los actuales profesionales de la perfusión, pudieran conducir procedimientos con la asistencia de la IA de forma segura? ¿Contribuirá la IA a cerrar la brecha de la demanda de profesionales dedicados a la CEC, al permitir acortar el tiempo de formación y los requerimientos académicos actuales?